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El Caqueceño y la sasón hogareña

Texto, fotos, audio y vídeo por: Henry Bohórquez 

La Señora Miriam López de 68 años de edad, fundadora del restaurante Caqueceño lleva aproximadamente 14 años en la localidad de Mártires, barrio Eduardo Santos, deleitando con su comida a quienes quieran ingresar a su local; la variedad de platos tanto típicos de la ciudad de Bogotá como de otras regiones del país hacen de este restaurante  uno de los más visitados del sector.

Los clientes, que constantemente hacen presencia por el Caqueceño y que por situaciones les ha tocado abandonar sus ciudades o municipios de origen, indican que asistir a este lugar hace recordar el ambiente hogareño debido al  tipo de comida que prepara con dedicación “Doña Miriam” como es llamada por algunos de sus clientes.

A pesar de su avanzada edad y algunas complicaciones de salud, ésta señora abre su restaurante con ayuda de algunos nietos a las 06:00 de la mañana, con el fin de preparar desayunos a quienes inician labores a tempranas horas; luego de ello  organiza su cocina para iniciar la elaboración del almuerzo que sobre las 12:00 del mediodía tiene que estar listo para sus comensales.

Mecánicos, enfermeros, médicos, maestros de construcción y policías, son los clientes que más frecuentan el Caqueceño y que sin duda alguna Miriam más consiente al momento de servir; una de las particularidades de aquel restaurante es

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Que nunca se le ha hecho modificaciones estructurales a la cocina, según la propietaria por situaciones religiosas y cuestiones de promesas católicas.

La señora Miriam a pesar de tener más de cuatro trabajadores y un par de nietos que le colaboran en su restaurante, es la única que prepara la especialidad de la casa “la mazamorra chiquita”, así como la única que sirve los alimentos en el plato para que sus meseras, posterior a ello los distribuyan sobre las quince mesas que tiene el local.

Si ya es la 1:00 de la tarde, usted conoce el Caqueceño y quiere ir almorzar en  aquel sitio es mejor no perder el tiempo, porque ya no habrá nada de comida. “Mijo, gracias a mi Dios todo lo que se hace aquí se vende, yo preparo a medida, ni que sobre ni que haga falta”, indica feliz Doña Miriam.

Las puertas del establecimiento empiezan a ser cerradas a las 4:00 de la tarde, con la finalidad de  realizar las compras necesarias para la elaboración de desayunos y almuerzos del día siguiente. “Aquí se cierra pasadas las 04:00 de la tarde, cogemos un acarreo y  me voy a la plaza de Paloquemao, a esa hora todo es más económico”, argumenta la señora López.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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